La coyuntura actual nos hace repensar, analizar y muchas veces recordar los sucesos pasados para así poder entender los sucesos actuales. Como estudiante sanmarquino se me hace necesario plantear propuestas a los problemas que aquejan en nuestra casa de estudios, más allá de los prejuicios, subjetividades y deformaciones de la realidad que se tejen en torno a la identidad sanmarquina. La despolitización, la degeneración de la clase política, el desprecio a la partidización y demás problemas que son parte del día a día de la realidad universitaria.
Con todo esto no pretendo ser el primer acérrimo defensor de la visión del objetivo real de un estudiante universitario, ahí surge la ya tan conocida frase dicha por los estudiantes sanmarquinos en las distintas jornadas de lucha que existen. “Estudiar y luchar es deber estudiantil”, ¿Acaso el mensaje es real? ¿Es deber luchar por nuestra universidad? Quizá la mejor respuesta se dé espontáneamente en el calor de las luchas o en la capacidad de indignación que se podría tener entre estudiantes sanmarquinos, más aun la solidaridad en momentos difíciles.
Hoy existe una lucha frontal contra la impunidad, el autoritarismo y la degeneración moral de nuestra clase política, aquí es donde entendemos que debemos manifestarnos totalmente en contra del juego sucio de la política que compra estabilidad en el aparato estatal en base al perdón ilegal e ilegítimo de una pena.
San Marcos tiene una deuda pendiente contra las acciones del dictador, el cual tiene un saldo de dos estudiantes nuestros desaparecidos por la acción represiva de Fujimori. En esta coyuntura la solidaridad y el repudio de las acciones interventoras deben ser fundamentales para generar nuestra identidad como sanmarquinos, identidad que está marcada por el radicalismo, entendiéndose este, no como lo muestran hoy en día los distintos grupos dogmáticos y subjetivos, que intentan igualarlo a la execrable acción terrorista, de infundir miedo con el objetivo de hacerse notar. No es así señores, ser radical no es ser terrorista, entendiendo también al terrorismo como método de acción a través del terror, cosa que fue el sustento principal de las fuerzas del orden dirigidas por Fujimori cuando inicio su «Lucha Antisubversiva».
Para entender la radicalidad y también el por qué San Marcos no olvida la intervención de la que fue víctima debemos entender la historia: en un primer momento diferenciar la radicalidad sanmarquina de connotaciones subjetivas como “San Marcos es nido de terroristas”. Esta radicalidad inicia con la indignación de la comunidad universitaria sanmarquina al ver el atropello de la dictadura militar en el 69, como lo menciona el sociólogo Nicolás Lynch en su libro Los jóvenes rojos de San Marcos:
“Es casi legendaria en el Perú la particular sensibilidad de los estudiantes sanmarquinos frente a cualquier dictadura, especialmente cuando se trata de militares, como bien dice Javier Vásquez: los sanmarquinos veían en los militares a todas las dictaduras. El rechazo al golpe del 3 de octubre de 1968 fue por ello casi instintivo, intuición que se veía confirmada por los sucesos de los meses posteriores” (1990, pág. 44).
Es así como entendemos la tradición de oponerse contra toda actitud dictatorial y autoritaria, también entendiendo la radicalidad como una forma de solución a los problemas que aquejaban al país en la época mencionada, deslindando de las actitudes reformistas de algunos grupos que quizá fueron funcionales al gobierno de turno. La Decana de América es crítica por herencia, naciendo así la conciencia de una comunidad universitaria distinta a las demás; esta sería el foco de una nueva clase política que realizaría los objetivos por los cuales nuestro país debería de desarrollarse.
Otro término que sirve para explicar la historia de la radicalidad en San Marcos es la ahora defendida «democracia»; más allá de la polémica o connotación clasista que le demos al término, como el ejemplo de la «democracia burguesa» basada solo en la alternancia de poderes y el sufragio universal, podríamos analizar hasta la crítica a este término. Hoy en día criticarla o al menos tocar el tema hace que salten las emociones más reaccionarias de manera automática, es por ello que defender esta democracia parte del hecho de entenderla en toda su composición y trascendencia. Aquellos que critiquen esta «democracia» están llamados a ser tildados de revoltosos, rojos, antidemocráticos (por no defender esta democracia) y hasta propulsores de la insurrección, claro está que este último término también tendría que entrar en debate. La crítica del status quo «democrático», es parte entonces de la construcción de radicalidad en la UNMSM.
Sobre el debate de la democracia y su relación directa con el sujeto colectivo Lynch nos menciona:
“habría entonces que encontrarle un sentido distinto a la democracia. Aquí está el otro elemento, se intenta una alternativa, por parte de la izquierda de inspiración maoísta, en la presencia del sujeto colectivo: las masas. Estas en su actividad activa como multitud era a quien se tocaría decidir sobre cada cosa, de la más sencilla a la más importante. La intención era positiva, devolverle auténticamente a las mayorías el derecho soberano a decidir sobre su futuro, directamente, sin intermediarios que pudieran distorsionar su voluntad” (1990, pág. 53-54)
A pesar de que la descripción somera de estos términos, sean herencia de un pasado radical y convulsionado, el debate ideológico caería en estancamiento debido al límite que la ideología misma daba y la coyuntura mostraba (caída del muro de Berlín, entrada del neoliberalismo con el primer gobierno de Fujimori, etc.), pero más allá del proceso de deinstalación del pensamiento crítico vale la pena analizar los campos en donde este radicalismo apareció.
Nuevamente Lynch nos señala los elementos sustentables de los orígenes de este radicalismo sanmarquino basado en el campo político y social:
“Tres elementos eran los que se mezclaban en esta definición de los orígenes sociales del radicalismo sanmarquino: clase, etnia y región. Decimos exactamente que se mezclaban porque era difícil poder aislar una connotación de la otra, a pesar de lo cual trataremos de señalarlas características de cada una de ellas” (1990, pág. 33).
Quizá uno de los más importantes es el tema regional, o mejor llamado el fenómeno del orgullo provinciano, este orgullo que nace desde la idealización del “cholo emprendedor” o al menos el que tiene la esperanza y las ganas de salir delante en la capital, heredada esta actitud desde el tronco familiar.
La importancia del origen provinciano, en la izquierda política sanmarquina, era hasta casi un pre-requisito para desenvolverte en el movimiento estudiantil de la época; Los comportamientos sociales de los jóvenes provincianos y las posiciones maoístas eran el caldo de cultivo por excelencia para generar los cuadros políticos radicales que el país en ese momento requería, sobre todo en la lucha contra la dictadura. Fueron épocas de grandes dirigentes estudiantiles, que lograron forjar camino rompiendo las paredes de la ciudad universitaria.
Se dice que la universidad debe ser la casa de las discusiones de las grandes ideas, que estas llevarían al desarrollo de nuestro país; es por ello que en los orígenes de la radicalidad existen connotaciones de izquierda como el facto predominante en la difusión de las consignas de cambio de sistema o de imposición de una verdadera democracia. ¿Quiénes realizaban estos debates? En una respuesta automática, serian esas canteras de jóvenes políticos que se prepararían mañana más tarde para tomar las riendas de los órganos de gobierno, desde los partidos y movimientos, creados desde espacios universitarios, así como los espacios nacionales que tenían participación universitaria. La participación de estas organizaciones políticas no solo respondía a necesidades inmediatas del sector universitario, sino que también respondían a las necesidades concretas de los sectores más desfavorecidos del país
Hoy en día la diferencia quizás no sea más que en el contenido de los debates, porque igualmente existen partidos universitarios, hecho que nos hace reflexionar sobre la realidad política en San Marcos, la cual siempre tuvo una dinámica parecida en el transcurso de los años. Nuevamente vemos al profesor Lynch:
“En San Marcos se crea un mundo político con dinámica y “prestigio” propios donde las agrupaciones juegan un papel fundamental. En este ambiente juvenil y cerrado es que se desarrollan lo que podríamos denominar partidos universitarios” (1990, pág. 70)
Quizá con diferente ímpetu y en otros contextos en donde los debates debieron de ser más estructurados hacia una mirada de la universidad con pensamiento crítico más profundo de lo normal, comparado con lo que tenemos hoy en día, se rescata igualmente la gran participación política y social en la problemática del país.
Del mismo modo Lynch nos da un alcance de los grupos influyentes:
“Por supuesto que el carácter “universitario” de cada una de las agrupaciones políticas no es el mismo, sino que presenta características peculiares. En algunos casos como el FER antifascista, se trata de una característica definitiva, es un grupo que hace, se desarrolla y muere en los límites de la universidad, con todas las consecuencias que ello puede tener para su acción. En otros, como el caso de Patria Roja o el tronco VR-PCR, se trata también de grupos universitarios, pero que formaban parte de una estructura partidaria mayor, que no solo desarrolla su trabajo político en las universidades, sino que también intentaba hacer proselitismo entre trabajadores y pobladores” (1990, pág. 70).
San Marcos era esencial en el desarrollo y debate de las ideas que darían las salidas necesarias a la problemática nacional. El movimiento estudiantil en épocas actuales no es tan diferente al mostrado anteriormente, por ello es necesario entender la herencia de San Marcos en la forma de actuar de los profesionales, viendo como un servicio al desarrollo del país.
La diversidad de la política en San Marcos y su encuentro con nuestra realidad, nos hace reflexionar sobre el papel que jugaban los jóvenes radicales en San Marcos. La diversidad en la táctica, estrategia, acciones y consignas, fue la que configuro la realidad política de nuestro país durante muchos años, tomando en cuenta ello, es insulso pensar que Sendero Luminoso fuera en algún momento un grupo hegemónico en San Marcos, en cierta parte se vuelve insultante e ingenuo, ya que se reproduce la táctica de Sendero Luminoso, táctica asumida desde su dirección más alta, táctica que cosechó resultados óptimos, gracias a los vicios antes mencionados.
La táctica de Sendero Luminoso debía apelar a la ignorancia y el desconocimiento, para así remecer las bases más fuerte del movimiento estudiantil, directamente en la universidad San Marcos. Las pintas, las consignas y demás cosas de carácter «subversivo» nos hace entender que la poca capacidad de estos grupos para influir en el movimiento estudiantil, los hacía optar por otras tácticas, en pocas palabras: solamente se encargaban de generar el terror y desorden dentro de la comunidad sanmarquina. Este terror, infundado por los contados militantes de Sendero Luminoso, funcionó directamente para desprestigiar y legitimar el pretexto para intervenir militarmente San Marcos. Según los informes de la CVR está claro que Sendero usó los programas de terror, la cual no tenía relación directa con la fuerza que asumían. Sendero no era una amenaza total pero si parcial en San Marcos, debido a que las imágenes de la universidad se veían plagadas de consignas subversivas, por ello no podemos reducir el análisis de la influencia de Sendero en San Marcos en base a la fachada que la universidad mostraba. Es como si en estos tiempos dijéramos que San Marcos es «nido de terroristas», tanto por su pasado y presente debido a la fuerza que tenemos al reivindicar derechos y luchar por su consecución. Nada más alejado de la realidad entendiendo que en San Marcos el fenómeno del apoliticismo es muy grande y por ello los gremios todavía no son orgánicos en toda la comunidad universitaria sanmarquina.
Aquí por ello reafirmamos el espíritu radical de San Marcos y el compromiso solidario que tiene con la nación peruana, este radicalismo no nace de las ideas terroristas ni se mantienen en eso, se crea a partir del espíritu combativo que obtuvo con las distintas luchas que han tenido y que ocupan un lugar importante en la historia del Perú.
El radicalismo es la forma distintiva de la política sanmarquina, quizá en cuestión de sus orígenes ya está alejada de la realidad u olvidada. Este radicalismo persiste por la cristalización de una ideología de ascenso social organizada en discurso político revolucionario. San Marcos seguirá siendo radical y revolucionaria, al servicio de la nación peruana y siempre en solidaridad de todas las luchas justas que el país asuma.