Patria Roja y la lucha contra el fujimorismo
Por Julián Amaru
En la “historia oficial” el papel de los comunistas es invisibilizado y distorsionado. No son reconocidos, por ejemplo, por sus aportes culturales a través de los mejores representantes de la literatura o el arte a nivel nacional, tampoco por su lucha constante contra dictaduras en pos de mayores libertades democráticas, menos aún se valora el aporte en la lucha contra el terrorismo de Sendero Luminoso. Las pocas menciones documentadas en este sentido recogen la versión de un sector de la izquierda, lo cual es importante, pero no suficiente. Si los comunistas no escribimos nuestro relato y luchamos por convertirlo en una idea de uso común que vaya más allá de nuestra frontera partidaria, seremos derrotados por el olvido y la mentira.
Para los medios de comunicación dirigidos por la derecha, los comunistas y sus símbolos son sinónimo de terror y muerte, representan lo más atrasado en lo político, ideológico y social. En una coyuntura como esta, de lucha frente al retorno del fujimorismo, es un buen momento para recordar y revalorar nuestro rol en uno de los momentos más críticos de la institucionalidad democrática de los últimos años en nuestro país.
Golpe de Abril de 1992: Luchar entre dos fuegos.
La convulsión del 5 de abril de 1992 encontró a la izquierda y dentro de ella, al Partido Comunista del Perú – Patria Roja, en una situación compleja luego de más de 10 años de soportar la ofensiva senderista, que costó la vida de varios militantes y que servía como excusa para la represión brutal y la estigmatización contra la izquierda. Era momento de la caída del Muro de Berlín como símbolo del fin del “socialismo real”, hecho que llevó a un mundo unilateral bajo dominio imperialista estadounidense.
A pesar de este escenario, la izquierda contaba con una importante presencia parlamentaria. Por la división de 1990, entre Izquierda Unida e Izquierda Socialista, no era el número de parlamentarios de 1980 o del auge de 1985 donde fueron la segunda fuerza nacional luego del APRA, pero si representaban una fuerza destacada que llevó, por ejemplo, a que César Barrera Bazán, dirigente de Patria Roja, sea Vice Presidente de la Cámara de Diputados hasta el 05 de abril de 1992.
La ciudadanía estaba harta, las instituciones se encontraban desprestigiadas, el terrorismo golpeaba, la economía estaba destruida por el primer gobierno aprista, los partidos políticos estaban mal vistos, incluidos los de izquierda. Fujimori y su camarilla supieron manejar esta situación en beneficio de su interés. El autogolpe por ello no tuvo mayor resistencia popular, por el contrario ese domingo los locales sindicales amanecieron intervenidos por fuerzas militares, los parlamentarios y personalidades de oposición fueron detenidos o retenidos en sus propios domicilios, y así iniciaba una etapa que un sector de derecha añoraba hace años: la implementación brutal del neoliberalismo amparados por un gobierno militarizado, pero con formas democráticas formales que permitía resistencia social y política.
En las universidades, que fueron intervenidas, empezó una verdadera cacería de brujas. Docentes y estudiantes expulsados, trabajadores administrativos despedidos, entre otros. La complicidad del senderismo y su colaboracionismo llevó a que las y los militantes de Patria Roja fueran separados violentamente de la universidad peruana. Años después, luego de complejos procesos judiciales se irán reponiendo en sus puestos de trabajo a algunos de nuestros compañeros.
Patria Roja, a través de sus representantes parlamentarios, dirigentes políticos, gremiales y líderes sociales, fue víctima de las consecuencias del autogolpe del 5 de abril, una ofensiva que buscaba la desaparición de los múltiples partidos de izquierda existentes hasta ese momento. Las fuerzas reaccionarias no pudieron cumplir ese objetivo con Patria Roja, que soportaría esta etapa y sería un fuerza importante en la posterior derrota de la dictadura.
La resistencia al fujimorismo y la desaparición de diversas organizaciones de izquierda
Un mérito innegable de Patria Roja es haber resistido la dictadura fujimorista a pesar de ver caer al “Socialismo Real” y ser blanco de la ofensiva neoliberal y macartista, facilitada por el papel nefasto del grupo terrorista, Sendero Luminoso. Los partidos de izquierda fueron desapareciendo bajo la hegemonía del discurso neoliberal, derrotados, absorbidos o neutralizados. Patria Roja no cambió ni su nombre, ni sus símbolos o colores, no por aferrarse a la nostalgia o el simbolismo formal, sino para seguir dando batalla ideológica a pesar de las dificultades.
La reconstrucción de la cultura política peruana post autogolpe ya no tuvo a la izquierda marxista como un referente legítimo de los sectores populares, sino como sinónimo del terror. La captura de Abimael Guzmán, fruto del trabajo del GEIN y no de la cúpula Fujimontesinista, y con ello la derrota del senderismo; además de alguna mejora económica producto de la inyección de capital de las privatizaciones, que vinieron también con despidos masivos y demás elementos del ajuste neoliberal, dieron legitimidad al gobierno fujimorista. Ya eran conocidas una serie de violaciones a los derechos humanos, asesinatos y crímenes por parte de grupos paramilitares y de las Fuerzas Armadas, pero la articulación orgánica de medios de comunicación, la mayoría parlamentaria fujimorista y un poder judicial cooptado por la mafia blindaron cualquier investigación seria de este tipo de casos.
Lo que quedaba de la izquierda participó en 1995 de las elecciones generales, con Agustín Haya de la Torre a la cabeza, siendo elegidos dos parlamentarios: Rolando Breña y Javier Diez Canseco. Ambos, en batalla solitaria, confrontaron con el régimen fujimorista de la manera más firme y consecuente.
La corrupción lo penetró todo: el poder judicial, los medios de comunicación, las fuerzas armadas, los partidos políticos, la famosa “salita del SIN” fue lugar de estos lamentables encuentros, pero la izquierda puede reivindicar un hecho irrefutable: Ninguno de sus representantes pasó por ahí.
La resistencia de Patria Roja se expresó a partir de tres sectores sociales: el magisterio, las rondas campesinas y el movimiento estudiantil y juvenil a través de Juventud Popular y la Federación de Estudiantes del Perú.
La movilización de estos tres espacios fue vital en su aporte al debilitamiento del régimen dictatorial que llego a su auge en la denominada Marcha de los 4 Suyos, lastimosamente capitalizada por un caudillo de centro-derecha como lo fue Alejandro Toledo.
¿Anti Democráticos?
Regresando a la afirmación inicial de este artículo, si desde la izquierda no construimos un relato que dispute a la construcción hegemónica actual, el sentido común permanecerá con la idea de que los comunistas son sinónimo de agentes del terror y la violencia, una fuerza anti democrática por excelencia. No hay nada más alejado de la realidad. Fue la izquierda, en especial los comunistas, los que pusieron los muertos y detenidos durante las más sangrientas dictaduras que ha vivido nuestro país. Una rara fuerza “autoritaria” que lucha contra las dictaduras por recobrar libertades democráticas, mientras la derecha nacional negocia con cuanto caudillo militar se imponga en Palacio de Gobierno por la fuerza.
Alberto Moreno, Presidente del PC del P – Patria Roja, sintetiza este espíritu en su intervención ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación:
“Nos hemos mantenido en la lucha y persistido en la defensa de nuestros ideales; así como asumido con firmeza la defensa, en los momentos más difíciles, de la democracia, de la dignidad nacional, de los derechos humanos, de los intereses de los excluidos, de los trabajadores, de los jóvenes, de la mujer, de las poblaciones étnicas, de los marginados de la patria. Constrúyase una sociedad justa, una democracia sólida y participativa, un pueblo libre y soberano, una patria independiente que decida por sí su destino, un país con prosperidad creciente, una humanidad culta, fraterna y solidaria que se enraicé en esta tierra y en esta historia, que se abra al mundo desde su identidad.”
Es entonces que los militantes del PC del P – Patria Roja no somos espontáneos anti fujimoristas, ni nuestra organización tiene algunos pocos años en esta lucha. Estuvimos, estamos y estaremos en la resistencia a la forma más brutal de implementación y reproducción del neoliberalismo: el proyecto fujimorista. Este 5 de abril, a pocos días de las Elecciones Generales, la movilización ciudadana puede volver a hacer retroceder a la mafia. Esperamos que así sea.
Escrito por
La Juventud Comunista del Perú - Patria Roja es una organización de izquierda, revolucionaria y antiimperialista. jotace.nacional@gmail.com
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